El buen ciudadano

lunes, junio 29, 2009

El Homo Mensajitus

Parece ser que en lo que respecta a la posesión del teléfono móvil o celular, no hay ningún factor que haga que el acceso al mismo sea desigual. Ni la edad, ni el sexo, ni la raza, ni la situación socio económica son trabas a la hora de adquirirlo. En realidad, quizá no sea correcto a esta altura hablar de teléfono, pues el celular posee cada vez más funciones y hoy por hoy para lo que menos se usa es para realizar llamadas telefónicas. La mayoría que tiene uno, lo emplea para comunicarse a través de mensajes de texto, jugar, escuchar música o navegar por Internet. Ahora bien, es un hecho muy curioso el fenómeno social que ha producido este diminuto aparato. Basta con salir a las calles para notar enseguida los efectos que el celular tiene sobre la mayor parte de las personas que lo poseen. Básicamente, si hacemos eso, nos encontraremos con el siguiente paisaje: dedos pulgar a toda velocidad, peatones, ciclistas y automovilistas cabizbajos, adolescentes reunidos en alguna esquina o kiosco sin siquiera mirarse, cada uno concentrado en lo que hace con su celular propio, es decir, juntos pero separados (un efecto parecido al producido por la TV cuando la familia se reúne a almorzar o cenar). Salir a la calle implica, en este contexto, experimentar la sensación de estar dentro de un juego electrónico cuya diversión consiste en lo fundamental en esquivar hábilmente a esa especie de entes cabizbajos, los que podrían reunirse bajo la denominación homo mensajitus.

Las características específicas de este nuevo tipo humano serían: cabeza baja, torso un tanto arqueado, pulgar super-hábil, boca semiabierta y brazo (derecho, generalmente) plegado como si fuese una letra V. Esta caracterización puede parecer caricaturesca, pero sirve para ilustrar una de las constantes de nuestra sociedad actual. La pregunta es: ¿es malo tener celular? La respuesta que aquí se esboza: sólo es malo en ciertas circunstancias. Es malo cuando se hace abuso del celular, cuando se lo usa con irresponsabilidad, cuando lo empleamos para mandar un mensajito mientras andamos en bicicleta, cuando genera dependencia y no podemos apagarlo mientras vemos una obra de teatro, por ejemplo. También es malo necesitar cambiarlo muy frecuentemente, reemplazándolo por el último modelo. Eso es derrochar dinero, es ser egoísta con los que tienen que revolver la basura para alimentarse, es dejarnos llevar por los imperativos sociales y consumistas del sistema.

En lo que concierne a nuestro rol como ciudadanos, es muy importante prestar atención al modo en que usamos el celular cuando circulamos por la vía pública. Muchos especialistas dicen, por ejemplo, que hablar por celular mientras se maneja es lo mismo que conducir alcoholizado. Se trata de tomar conciencia y de actuar responsablemente, teniendo siempre presente que nuestras acciones inciden en el todo. Vivimos en sociedad, todos tenemos que aportar para que la convivencia sea mejor. La figuras prominentes de la Revolución científica pensaban en la magnitud que tendrían los avances de la técnica gracias a sus importantes descubrimientos, en cómo el hombre podría dominar a la naturaleza y ejercer el control sobre el mundo. Hoy pareciera que esto no se dio: la relación se ha invertido y es la tecnología la que domina al hombre.

Prejuicios

Hay ciertas actitudes cotidianas, que tenemos sin darnos cuenta, que pasan inadvertidas, y que sin embargo acarrean efectos indeseados tanto a nivel personal como a nivel social. Claro que si solo echamos un vistazo general y superficial, no captaremos esos efectos. Pero a veces es muy saludable no dejarse arrastrar por la alocada corriente y detenerse a reflexionar un poco, al menos un poco. Entonces es posible que entendamos que deberíamos cambiar muchas cosas, en particular determinadas actitudes hacia los demás que parecen intrascendentes pero que en realidad no lo son en absoluto, y que hacen al ambiente en el cual vivimos cada día de nuestras vidas.

Prejuicios, liberémosnos de los prejuicios, prejuicios que levantan de inmediato una barrera entre nosotros. Permitámosnos comunicarnos, ayudarnos, entendernos, encontrarnos. Somos seres sociales, cada uno de nosotros necesita de los demás por naturaleza, y nuestras relaciones se ven muchas veces condicionadas por prejuicios que van en contra de esta ley natural, y que contaminan nuestro entorno volviéndolo áspero, frío, gris, frágil. En otras palabras, dejemos de juzgar al otro por su apariencia, que no nos importe qué ropa lleva puesta, cómo habla, de qué color es, de qué tamaño es. Porque al hacerlo, no estamos viendo al otro como a un igual, un compañero, un ser que puede estar necesitando nuestra ayuda o que puede brindárnosla, sino como a un extraño que nada tiene que ver con nosotros, al cual nada nos vincula, o como a un sujeto peligroso o inferior, según los casos. Lo que sucede es que estamos atravesados por una cultura, una cultura que en gran medida es prejuiciosa y discriminatoria, y nuestros comportamientos obviamente no están separados de esa cultura, sino que por el contrario están regimentados por ella. De ahí que la mayoría de las veces no advirtamos que mucho de lo que hacemos y decimos no contribuye en nada a configurar un mundo cálido, confortable, acogedor, en el que haya cabida para todos, un mundo hecho de lazos de solidaridad, en el que la vida dé gusto, en el que no nos miremos con recelo sino con afecto, en el que nos reconozcamos y nos respetemos mutuamente.

Juzgar al otro por su apariencia es hacer una gran elípsis, es suprimir de un solo golpe todo lo que no se ve en la superficie, todo aquello que permanece en la profundidad del ser de cada uno, como las emociones, las historias, los sueños, los fantasmas. Es una actitud que introduce un distanciamiento entre nosotros, y que nos degrada como personas y como sociedad a la vez: como personas porque uno no puede sentirse entero o íntegro en el aislamiento, y porque no reconocer o rechazar al otro es de alguna manera no reconocernos y rechazarnos a nosotros mismos, y como sociedad porque sin entender que todos estamos en la misma situación, que todos somos iguales, se le da paso al reinado del “sálvese quien pueda” y la sociedad se vuelve un conjunto de animales humanos aislados que se dan la espalda.

jueves, octubre 25, 2007

Democracia

Literalmente, significa gobierno del pueblo. Se trata de la elección de sus representantes.

En la antigua grecia, ser ciudadano era tener la facultad de participar en la política. Sócrates prefirió tomar la cicuta antes que escapar de su vida como ciudadano de Atenas.

En nuestro tiempo sucede todo lo contrario. Las personas prefieren alejarse de la política, acercarse al consumo masivo (incluso de ideas) y votar al que mejor habla. Lo más fácil siempre es decir "total todos dicen lo mismo", "no hay buenos candidatos", "hablan, pero no tienen ideas".

La realidad indica que pocos ciudadanos se detienen a leer las plataformas electorales y a estudiar los planes de gobierno de los candidatos, aunque estén accesibles libremente en Internet.

Un buen ciudadano se levanta el día de las elecciones como para asistir a una fiesta y además rendir un exámen, para el cual se preparó durante el tiempo necesario. Vota, y al votar siente que está eligiendo algo, no que es lo mismo de siempre. En el día de las elecciones, además, piensa en los años en que no se pudo elegir, y el poder hacerlo lo anima.

En los años siguientes, los de gobierno, debe seguir atentamente las acciones de los elegidos, y aplicar los mecanismos de regulación que la democracia ofrece.

viernes, junio 29, 2007

Basura

Excusas: "todos tiran la basura en la calle", "no voy a guardar el papel en el bolsillo", "de qué van a trabajar los barrenderos".

Es bastante simple tratar con el tema de la basura, de los papelitos, los desperdicios de las mascotas. Simplemente hay que pensar que estamos en nuestra casa. ¿Hacemos un bollo y tiramos nuestros desperdicios en el living de la casa? ¿Escupimos sobre los azulejos de la cocina? Entonces, ¿por qué tratamos el lugar por donde caminamos todos los días como un gran tacho de basura?.

No es justo que el que viene detrás vea nuestros desechos; él tiene derecho a encontrar la vereda como la encontramos nosotros. Si la mayoría se lleva por este principio, todas las veredas estarían libres de basura. ¿Simple?. Pero cierto.

La falta de cestos de residuos tampoco tiene que ser un problema: si el caramelo estaba guardado en la cartera, también puede estarlo el papel que lo envolvía, por lo menos hasta encontrar un cesto.

Con las mascotas pasa algo similar, pero que daña aún más a los demás. Llevar una bolsita para guardar sus excrementos no cuesta nada, y los demás podrán caminar sin temer encontrarse con sorpresas.

Un buen ciudadano siente a las calles como suyas, y las trata como lo haría con su propio hogar. Tirar basura es agredirse y agredir a los demás.

martes, diciembre 19, 2006

Comprensión e inconmensurabilidad

Doce del mediodía, treinta y siete grados de temperatura a la sombra, el cruce de dos avenidas. Un auto se detiene en el semáforo. Se acerca un nene a la ventanilla del conductor. Muchas veces descalzo y siempre sucio, hace un ademán. Tiene un calendario del nuevo año en la mano. Desde adentro del auto no obtiene respuesta, ni una mirada: silencio polarizado. Algunas veces sí obtiene respuesta: un movimiento de cabeza o de la mano -no, no-, dentro del auto frío de aire acondicionado; ahí sí se puede respirar. Si tiene la suerte de conseguir un auto con el vidrio bajo escucha absorto un: -no pibe, no tengo un mango, y después arranca la 4x4 al ponerse en verde el semáforo. Al llegar a la esquina gastó en nafta, seguro y patente más o menos lo que gasta ese chico para comer.

Lo más triste, lo más increíble, es que esos señores creen que esos nenes tienen que pedir con una sonrisa, casi con alegría. -Mirá qué cara de resentido. ¿Qué cara tendría ud si la gente no le regalara ni siquiera una mirada, dos segundos, diez centavos?.
También están los limpiavidrios: el señor dice -Por qué no van a laburar. ¿Ud cree que con este calor esa persona estaría ahi si tuviera un lugar mejor para trabajar?. ¿No le parece suficiente trabajo?. Una peor del señor: -Se pegan al vidrio del auto para ver qué te pueden afanar. No, miran lo que sería tener una familia, tener un auto, no morirse de calor, de frío, de lluvia, de indiferencia.

No es tan difícil, cuando una personita de esas se acerque a ud. en la mesa de un bar, mírelos a los ojos, sienta su vergüenza, porque es la de todos, vea en sus ojos la necesidad de una mirada amable, y claro, dé un peso por lo que vende. No le cambiará la vida ese peso a usted, pero él o ella sentirán que todavía hay gente que quiere ayudar, que los cree personas con derechos, humanos con sentimientos. No espere que siempre devuelvan una sonrisa o le suelten un poema de agradecimiento, no debería hacerlo por eso. Le aseguro que no están haciendo lo que quieren, los chicos necesitan jugar, no pedir o vender. Si ayuda a alguien hágalo por el hecho de hacerlo sentir alguien, de tratar de comprender su problema. Simplemente por eso, creo que es un comienzo.

jueves, octubre 26, 2006

Viveza criolla

Es un estado de conciencia colectivo de los habitantes de un país, que invierten sus valores morales y convierten en un vivo al que engaña a otro, o saca rédito en detrimento de otra persona, negocio, etc. Otros pueden pensar que tal inversión no existe, y que en realidad lo que se enseñó -los valores- son increíblemente éstos: siempre que no sea contra uno mismo, alguien que se aprovecha de los demás con el propósito de obtener una ganancia, es una especie de héroe.
En general se tiene la impresión, incluso por su nombre, que este fenómeno es local y único, lo que en vez de espantar a los ciudadanos, los enorgullece, como lo haría un campeón mundial de automovilismo o una copa del mundo en fútbol. Es como si sólo la singularidad del hecho baste para elevarlo a orgullo. La frase "Dios es argentino" es esto mismo: tomar al único Dios (para la mayoría, en este país, hay sólo Un dios), hacerlo argentino y sentir orgullo.

La contradicción es que después nos quejamos cuando en otro lugar del mundo se habla mal de este pueblo.

Empecemos a concientizarnos de la real sustancia de la viveza criolla; más tarde, al condenarla, estaremos nuevamente en camino para ser mejores ciudadanos.

sábado, octubre 21, 2006

Tolerancia

Respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias. Eso lo dice el diccionario. Agrego: la base misma de la convivencia en sociedad. No podemos esperar que todas las personas piensen de la misma forma. Sería ridículo, aburrido y peligroso. La libertad sólo puede existir si cada persona evita juzgar negativamente todo lo que no está en correspondencia con sus propios pensamientos. Por una cuestión práctica: no sabemos qué piensa el que se comporta de una manera diferente. Y la posibilidad que ante los mismos pensamientos o problemas, nosotros mismos obremos de la misma forma, convierte en absurdo nuestro esfuerzo por vedar a los demás.

Algo frecuente es que al crecer, uno mismo olvida lo que pensó exactamente en años anteriores. Esto provoca frases como "la juventud está perdida" y "en mi época los jóvenes no éramos así". Si bien es cierto que algunas cosas cambian, muchas veces lo que cambia es el grado de tolerancia. Nos volvemos intolerantes, prejuiciosos y tercos. Cada uno va escribiendo su librito de lo que está bien y lo que está mal, y lo usa sin miramientos en todos los contextos de su vida. El librito siempre existe, pero en la juventud se escribe con lápiz, para poder borrar si hace falta.

Un buen ciudadano debe tolerar a los demás, y esperar por este hecho ser a su vez tolerado. La intolerancia provoca intolerancia, y es madre del odio, el racismo y la segregación. Evitar comentarios racistas y/o segregacionistas es lo que más al alcance tenemos para empezar a ser tolerantes. Después se puede seguir por escandalizarse menos por los aros y costumbres de los jóvenes, los derechos de los gays, la libertad de expresión de cualquiera que quiera expresarse. Siempre ayuda pensar que cada persona tiene en sí mismo lo mejor y lo peor que podría tener un ser humano. El hecho de observarlo en uno de esos momentos no define qué tipo de persona es, ni cómo actúa siempre. Si cruzó sin mirar la calle, probablemente tenga algún problema, no es simplemente un imbécil.

Usemos la tolerancia como aglutinante de nuestro razonamiento, para tratar al otro y para discutir con el otro. La tolerancia integra, construye y suma.

miércoles, octubre 18, 2006

En la calle

Cuando una persona de aquí viaja al exterior, uno de los comentarios más increíbles que suele hacer a su regreso, es qué bien maneja la gente y cómo se respetan las reglas de tránsito. Muchas veces las mismas personas tienen la oportunidad de usar autos en esos lugares, y lo hacen siguiendo las mismas reglas. Al llegar a su país, se suben al auto y olvidan todo: que tienen guiños, que la bocina no debería usarse, que la senda peatonal no es para estacionar autos esperando el cambio del semáforo, que los peatones son personas y por lo tanto más frágiles que sus paragolpes...

Las reglas son simples y no voy a enumerarlas a todas. Simplemente es importante saber que si cada persona comienza a manejar mejor, las cosas cambiarían radicalmente. Cómo se puede ayudar? Utilizando los carriles de las avenidas sin pisar las líneas; usando el guiño para cruzar de carril, pero sólo cuando la línea no es continua; cediendo el paso a los peatones, que podrían ser sus padres/hijos/abuelas y no estacionando en doble fila en cualquier lugar.

Pero no sólo los automovilistas pueden cambiar algo. Los peatones, al cruzar por las esquinas como es debido, también contribuyen a evitar accidentes. Parar taxis en cualquier sector de la calle (porque total paran donde sea) es otro problema que pueden solucionar. El ascenso y descenso de pasajeros deben realizarse en los primeros metros de cada cuadra.

Un buen ciudadano sabe que lo que hace por sí mismo tiene impacto en todos los demás; cambiando él cambia a todos. No importa si cientos de personas (o todo el resto) se comporta de una manera determinada. El cambiar de uno influye en cómo somos todos.

lunes, octubre 16, 2006

Acción y reacción

Como principio básico y para empezar, es necesario tener en cuenta que esta ley de Newton es, además, algo que está continuamente en juego, por ejemplo en la calle. La ley, básicamente, dice que al ejercer sobre otro cuerpo una fuerza, se recibe una nueva fuerza de la misma intensidad y con sentido opuesto. Es digno de ser visto cómo las personas actúan ante una sonrisa o un gesto amable por parte de otra. Caminando por la vereda, manejando un auto o haciendo una cola, intente mirar a los demás como si fueran conocidos queridos. Verá que es mucho más placentero darle el paso a un peatón y obtener una sonrisa que acelerar el auto para apurarlo o simplemente tocar la bocina o insultar. De hacer esto, simplemente logrará atraer hacia sí el mismo odio que usted pone en los demás.

Está claro entonces que una acción buena para con los demás vuelve de esa forma, y un accionar negativo sobre el otro perjudica a las dos partes. Un buen ciudadano hace sentir bien a los demás y con la misma acción, se siente mejor.

sábado, octubre 14, 2006

Inicio...

Ésta no es una idea estúpida.
Será un lugar donde algunas personas, podrán darse cuenta sobre algunas cosas y tal vez ponerlas en práctica. Intentará crear una conciencia colectiva, un pensar en el otro, el querer al otro. Sin religión ni psicoanálisis, ayudado por ejemplos de la vida cotidiana, fluirá entre los días esperando tocar alguna fibra sensible.

Algunas ideas parecen poco inteligentes o destinadas al fracaso, a otras ni siquiera hace falta escribirlas porque mueren al pensar en ellas. Ésta ya es, por ser lo que está aquí escrito. El tiempo, cuándo no, dirá si es en vano.