El buen ciudadano

miércoles, octubre 18, 2006

En la calle

Cuando una persona de aquí viaja al exterior, uno de los comentarios más increíbles que suele hacer a su regreso, es qué bien maneja la gente y cómo se respetan las reglas de tránsito. Muchas veces las mismas personas tienen la oportunidad de usar autos en esos lugares, y lo hacen siguiendo las mismas reglas. Al llegar a su país, se suben al auto y olvidan todo: que tienen guiños, que la bocina no debería usarse, que la senda peatonal no es para estacionar autos esperando el cambio del semáforo, que los peatones son personas y por lo tanto más frágiles que sus paragolpes...

Las reglas son simples y no voy a enumerarlas a todas. Simplemente es importante saber que si cada persona comienza a manejar mejor, las cosas cambiarían radicalmente. Cómo se puede ayudar? Utilizando los carriles de las avenidas sin pisar las líneas; usando el guiño para cruzar de carril, pero sólo cuando la línea no es continua; cediendo el paso a los peatones, que podrían ser sus padres/hijos/abuelas y no estacionando en doble fila en cualquier lugar.

Pero no sólo los automovilistas pueden cambiar algo. Los peatones, al cruzar por las esquinas como es debido, también contribuyen a evitar accidentes. Parar taxis en cualquier sector de la calle (porque total paran donde sea) es otro problema que pueden solucionar. El ascenso y descenso de pasajeros deben realizarse en los primeros metros de cada cuadra.

Un buen ciudadano sabe que lo que hace por sí mismo tiene impacto en todos los demás; cambiando él cambia a todos. No importa si cientos de personas (o todo el resto) se comporta de una manera determinada. El cambiar de uno influye en cómo somos todos.

3 Comentarios:

  • me parecio muy chevere y hey que aplicarlo en la vida

    Por Anonymous kmilo precioso 2mil9, en 19:53  

  • nonono........................

    Por Anonymous Anónimo, en 19:54  

  • nooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo.

    Por Anonymous Anónimo, en 19:55  

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